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Sonntag, 17.2.2019
„Der Herr ist mein Hirte, mir wird nichts fehlen."
Psalm 23,1
Psalm 23,1
Nach der
Sonntagsschule entschlossen sich die Jugendlichen von der presbiteranischen
Kirche San Nicolas, einen Sozialeinsatz als Teil des Projektes „wir helfen
einander“ bei unserer Pfarrerin Maricela Gonzalez zu machen. Dies war für uns
eine neue Erfahrung. Dieses Mal halfen wir einer Person, welche in jedem
unserer Treffen präsent ist und zusätzlich die „Energie“ unserer Gruppe ist. Unsere Pfarrerin ist
alleinstehend und hat einen Sohn im Teenageralter, der ebenfalls regelmässig
mithilft. In diesem Fall hatte er das Privileg, von den Jugendlichen der
Gruppe dabei unterstützt und begleitet zu werden.
Im Pfarrhaus fehlte
unser Humor nicht. Während wir verschiedene Teile des Hauses strichen (Türe,
Terrasse, Innenbereich), putzten und aufräumten, erzählten wir uns Geschichten
(in Erinnerung an die Gruppe aus Solothurn) und hörten Musik. Wir genossen
ebenfalls Pizzen und einen feinen Kaffee, den uns die Pfarrerin zubereitete.
Wir beendeten unsere Arbeiten spät, aber glücklich, im Wissen, dass Gott uns
durch solche guten Taten miteinander verbindet.
Raiza Ortega und Anabel Arce (Sabine Moser)
Después de la Escuela Dominical, los jóvenes de la Iglesia Presbiteriana de San Nicolás decidimos hacer un trabajo social como parte del proyecto “Obrando para el prójimo” en casa de nuestra pastora Maricela González. Para nosotros fue una experiencia diferente. Esta vez, ayudábamos a la persona que siempre está presente en cada uno de nuestros encuentros. Quien además, es la más enérgica del grupo.
Nuestra pastora es una mujer soltera, con un hijo adolescente, que continuamente está en disposición de ayudar a los demás. En esta ocasión, tuvo el privilegio de ser acompañada y asistida por el grupo de jóvenes.
En la casa pastoral, no faltó nuestro sentido del humor.
Mientras pintábamos en diferentes partes de la casa (portal, terraza y patio), limpiábamos y recogíamos el patio casi a la vez para agilizar el trabajo, hacíamos cuentos (recordando al grupo de Solothurn) y escuchábamos música.
También disfrutamos de unas pizzas y un delicioso café que nos hizo la pastora. Terminamos tarde, pero alegres al saber que Dios nos une en una acción bienhechora.
Raiza Ortega y Anabel Arce
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